Resumen:
El carácter enajenado y profundamente insatisfactorio del trabajo produce dos reacciones: una, el ideal de la ociosidad total; otra, una hostilidad hondamente arraigada, aunque inconsciente muchas veces, hacia el trabajo y hacia todas las cosas y personas relacionadas con él.
El ser humano y la institución, se nutren mutuamente; y solo así se logra alcanzar el liderazgo y un alto nivel de calidad.
Ambos elementos seguirán creciendo y prosperando, en tanto se mantengan unidos, evitando los conflictos.