Resumen:
Si la palabra es un privilegio de la raza humana, estamos obligados a dominarla, ya en la charla de sobremesa, en las reuniones familiares y amistosas, así como en la tribuna ante cualquier público y en cualquier lugar; pero debemos hacerlo en forma clara, precisa y concisa.
¿Qué nos impide entregar con soltura y elegancia nuestros pensamientos, ideas, conocimientos e informaciones? La respuesta es sencilla: la barrera negativa que nosotros mismos nos ponemos y que no nos preocupamos por saltarla o eliminarla.