Resumen:
El ser humano, desde el momento mismo de su nacimiento y a lo largo de todo su desarrollo psicosocial, va perteneciendo, de manera espontánea y natural, a grupos de índole diversa, tales como el familiar, el escolar, el deportivo, el religioso y el comunitario, entre otros, dentro de los cuales irá asimilando y agregando conocimientos y vivencias que pasarán a formar parte de su acervo histórico personal, y como tales, habrán de ser determinantes en el repertorio conductual que despliegue a cada instante en el transcurso de su vida.
Quien entra a formar parte de un grupo es portador de un microcosmos en ebullición. Llega con determinadas expectativas, temores, propósitos y motivaciones, algunas de las cuales son conscientes y otras inconscientes; pretenderá aportar al grupo algo de lo que él trae consigo, y tal vez defenderse de ciertas amenazas, reales o imaginarias. Además, su percepción del medio grupal estará condicionada por sus necesidades, deseos, expectativas, y, en general, por sus experiencias acumuladas en largos años.
Al cobrar consciencia de la dinámica inherente a todo grupo, se estará en mejores posibilidades de manejarla. En virtud de ello, cabe subrayar que la dinámica de un grupo es el conjunto de fenómenos psicosociales que se generan entre sus miembros en forma natural. Así, un grupo evolucionará en la medida en que los participantes cubran las etapas de un proceso de maduración.