Resumen:
Durante muchos años, el motor de gasolina o de encendido por chispa ha sido prácticamente la solución única e indiscutible para automóviles de turismo y vehículos ligeros de transporte. En cambio, para camiones y autobuses y en general para grandes vehículos industriales de transporte, ha sido el motor Diesel o de encendido por compresión el que ha venido equipando a más del noventa por ciento de la producción mundial de los últimos decenios.
La clave de esta diferenciación era, no obstante, muy clara: mientras el motor de gasolina constituía ya en los años 30 o incluso antes una máquina muy perfeccionada, el motor Diesel había evolucionado muy poco y continuaba mostrando sus clásicos problemas de vibraciones, ruidos, emisiones de humo y lentitud de respuesta al acelerador.
Sin embargo, hace algunos lustros las cosas empezaron a cambiar radicalmente, el motor Diesel ha dado un paso gigante, hasta el punto de llegar a constituir un serio adversario del de gasolina, al que ya se aproxima en suavidad de marcha, sonoridad y prestaciones, aventajándole claramente en economía de consumo, así como en duración.