Resumen:
Un satélite de comunicaciones es, en esencia, un repetidor colocado en órbita: su comportamiento es similar al de un espejo que reflejase los datos que se le envían desde una estación terrestre hacia unos terminales instalados en el territorio al que el satélite da cobertura. Un sistema de comunicaciones por satélite consta de dos tramos: El segmento terrestre, que comprende la estación central (que cumple funciones de control, envío de datos y conexión con el resto de redes) más los terminales de usuario (básicamente antenas de mucha directividad) y segmento espacial, el satélite propiamente dicho, a bordo del cual se encuentran los repetidores (conocidos como transpondedores).La mayoría de los satélites de comunicaciones están situados en órbita geoestacionaria. La órbita geoestacionaria es una órbita circular directamente por encima del ecuador. Un satélite situado en órbita geoestacionaria gira en círculo en torno a nuestro planeta a la misma velocidad y en la misma dirección que gira la Tierra, lo que significa que se mantiene “fijo” con respecto a ésta, la órbita geoestacionaria resulta especialmente apropiada a las aplicaciones de comunicaciones, dado que las antenas terrenas, que en todo momento deben estar apuntando al satélite, no tienen que ir equipadas con un sistema que las haga ir girando para seguir éste. Un ejemplo de nuestra vida diaria son las parabólicas domésticas que se utilizan para recibir señales de televisión vía satélite, y que deben estar siempre apuntando con precisión al punto del cielo donde está situado el satélite. Los satélites geoestacionarios de comunicaciones se utilizan como estaciones repetidoras fijas para retransmitir señales de voz, vídeo o datos: un único satélite es capaz de cubrir una extensa zona que alcanza a un 40% del planeta.